Pereira, Colombia - Edición: 13.301-801

Fecha: Jueves 25-07-2024

 

 COLUMNISTA

 

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Dichas y desdichas

Por: Jotamario Arbeláez

 

Desde que se dio la noticia de mi muerte, felizmente desmentida por mi esqueleto todavía algo carnudo, para regocijo de mi prodigiosa familia y de mi combo de amorosas amistades en el ancho y ajeno mundo, se ha desencadenado una racha de júbilos por mi abuelazgo de Emilia Curtis, sobrina nieta de mi ídolo juvenil, y por las generosas ofertas para la publicación de mi obra en marcha. Planeta planea el lanzamiento de Y vivo todavía, recopilación del chasco con la huesuda, y otras importantes editoriales de Colombia y el exterior lo harán con La rosa entreabierta, La biblioteca seductora, Culito de rana, Las muertes de Jotamario, El arte de pedirlo, La novia dijo no, Que se casen los maricas, Sueños con los ángeles, Tras Eros, Declaración de amor contra la guerra, Nadaístas viejos, genitales y verrugosos, y la Autobiografía (no autorizada) de Nerón Anticristo, por su presente reencarnación en la tierra.

Estoy en la finca El ensueño de mi hermana Elizabeth y Andrés Castro, en el k. 30 de la carretera al mar, rodeado por hermanas, sobrinos, hijos de los sobrinos, por Emilie
Benz y la Curtis, de 5 y 4, hijas de Dalila y Salomé, con un whisky en la diestra y en la siniestra con mis pastillas contra los desarreglos del mundo, frente a la máquina de coser las palabras, a ver qué escribo en

 

 

 

esta columna. De repente me invitan a pasar a la sala de actos y proyectan un homenaje familiar con testimonios de mis más próximos, editado por mi hijo Salvador, que arranca lágrimas de mis ojos un poco secos, porque mi abuela me decía que los hombres no lloran. Pero con esto, y con lo que viene, siento como si me hubieran propuesto una misión, y haberla cumplido. Y disculpen el autoabrazo.

 

Aprovechando mi presencia en Cali, la Biblioteca Departamental y Leonardo Medina han programado para esta noche a partir de las 7, la proyección del documental sobre mi vida y mi obra Mi reino por este mundo, realizado por el brillante director Gildardo Arango para Telepacífico, con base en las recientes ediciones de ese libro por parte de la Universidad del Valle y del Fondo de Cultura Económica, que me generó el Premio Vida y Obra 2001 de la Gobernación del Valle. Sólo me faltaría citar al quejumbroso Gonzalo Arango: “Para quejarme tendría que estar muerto”.

 

 

Todo comenzó en la Librería Nacional, que instaló don Jesús Ordóñez en la Plaza de Caicedo en el año 60. Allí nos incrustamos 

 

 

 

 

los nadaístas como en nuestro cuartel general. Leíamos parados, como solíamos hacerlo todo, los libros que no podíamos comprar. Nos los alcanzaba el encargado de sacarlos de sus cajas de importación, el jovenzuelo por entonces Felipe Ossa, hijo de otro librero con quien había profundizado en el tema librotecario llegando a conocer los autores de todos los libros publicados, lo que conmovió a don Jesús. Así leímos a Kafka y a Proust. Porque a Joyce era muy difícil de leer parados. Entonces nos sentábamos y pedíamos un helado, porque era una librería con heladería deliciosa para el palique. Don Jesús Ordóñez reparó en nosotros y me ofreció la dirección de la galería de arte, que con el apoyo de Croydon organicé en el sótano de la inicial librería mientras él se pasaba a una segunda enseguida de la catedral. Allí hicimos los Festivales de Arte de Vanguardia, con asistencia de Norman Mejía y Pedro Alcántara, de Santiago García y Marta Traba, de Keppa Amuchástegui y de Carlos Perozo, de Granada, Rendón y Giangrandi. Más todos los nadaístas. Felipe siempre estaba atento a nuestros requerimientos técnicos. Hicimos leyenda. Él se ha mantenido por 60 años en el único empleo de su vida, Llegando a heredar la gerencia de don Jesús y convirtiendo la Librería Nacional en una empresa cultural majestuosa. Me tiene decretados descuentos superlativos y colocación en novedades de mis publicaciones. La dicha, dicha está. Y aquí viene la contraparte. Me llama el amigo Alfredo Rey con la noticia de que Felipe Ossa ha dejado de leer y de darnos de leer para siempre. Y no es una noticia falsa. A su familia, contemplados todos los servidores de las más de 30 tiendas en el país, mi triste abrazo de pésame, con mis últimas lágrimas.

Contratiempo

 

 

  

 

 

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