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Pereira, Colombia - Edición: 13.345-925 Fecha: Jueves 10-10-2024 |
COLUMNISTA |
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La anciana matamaridos
Por: Jotamario Arbeláez
En mi
afán de colaborar con la erradicación de la violencia de género, que
me parece atroz venga de donde viniere, sigo haciendo mis
investigaciones acerca de casos extremos donde son las tiernas
costillas las que se arrogan el derecho de dar muerte a sus caras
mitades, así la gracia les resulte aún más cara.Son mujeres fatales
contemporáneas y por tanto más peligrosas que las antiguas, aunque
no necesariamente bellas ni mataharis. Simples amas de casa como
todos tenemos una. |
de bata blanca de la penitenciaría de Huntville. Sobre la camilla la desgraciada, amarrada con correas de pies y manos y, en presencia de sus cinco hijos, nueve nietos y seis biznietos, dio sus últimos pataleos.
Desde que se reimplantó la pena
capital a mediados de los 70, La Viuda Negra -como se la ha catalogado-, era la
cuarta mujer sometida a la ejecución. Habla en su favor el que viniera siendo
violada desde los 5 años y también cuando joven y cuando adulta, durante su
desempeño como moza en un bar, lo que le habría provocado, según la psicóloga,
alteraciones de comportamiento y reacciones violentas. Aplicadas a sus esposos.
El gobernador de Texas, hijo del expresidente Georges Bush -de quien no quería
heredar sólo el nombre sino su cargo-, no dio el brazo a torcer con muestras de
clemencia, como le solicitaban los activistas de los derechos humanos, las
feministas ofendidas y los líderes contra la violencia doméstica. No le ha
temblado la mano durante cinco años en su puesto para ordenar la ejecución de
121 criminales, récord sin antecedentes gubernativos. Este último fue un acto
político de mano dura en procura de buenos votos buenos, pues el modo americano
de vida no puede soportar que quede impune un asesinato –y en este caso fueron
dos–, aunque por el segundo no se alcanzó a juzgar a la gentil bisabuela. Se
descubrió cuando ya se le había condenado a muerte por el primero. |
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Cinco esposos tuvo la buena de Betty, y a cual más la trató como
un estropajo. No conoció el amor sino a las patadas. El alma se le sala así a la
más santa. Su primer damo la violaba dormida, tal vez atraído por sus apetitosas
ancas en reposo. Acudió al divorcio. Lo mismo hizo el segundo con el mismo
resultado. Cuando el tercero trató de repetir le aplicó un tiro en el vientre.
Al cuarto se lo pegó en la cabeza cuando le descubrió sus mismas intenciones. Al
quinto le propino el mismo disparo a pesar de que ni siquiera la tocaba. Del
cuarto no se supo en su momento, pues alegó que la había abandonado. Fue cuando
se buscó el cadáver del quinto, de Mr. Beets, en el jardín de la casa, que se
encontró un metro más abajo el de su antecesor Mr. Doyle Baker. Los había
condenado a ser abono de su jardín teniendo en cuenta lo mierdas que fueron. Un
hijo y una hija confesaron en el juicio haber ayudado a mamá a enterrar a sus
últimos padrastros. Activistas en contra de la pena de muerte se pronunciaron
enfervorizados contra la crueldad de la ley, alegando que la anciana sólo se
había defendido de sus conyugales verdugos.
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