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que el filósofo alemán Immanuel Kant llamaba éticas heterónomas:
el mandamiento
nuevo, por ejemplo, que nos trajo Jesús; ese es un mandamiento de ética
heterónoma porque no es mi mandamiento.
Cuando es mi mandamiento, cuando es mi decisión ética, entonces es una decisión
de ética autónoma. Kant contraponía la ética autónoma a la ética heterónoma. Lo
normal, lo prevaleciente, es la ética heterónoma: nosotros nos limitamos a
acatar, a obedecer y eventualmente a transgredir.
Lo ético humanístico es lo ético autónomo y para que sea humanístico, no puede
estar sujeto a ninguna autoridad, así sea esta de carácter divino. Pero para que
el individuo tenga una manifestación ética, para que sepa distinguir, tiene que
tener un contenido, porque la ética humanística no funciona con vacíos sino con
contenidos, con sustancias, con entidad, con alguna importancia que tenga ese
sujeto en su cerebro, porque si no la tiene queda en un contexto anodino.
La ética humanística no es una ética legislada por otro: por Dios, por los
sacerdotes, por los profetas, o por algún santón de la India, sino que las
decisiones éticas, las regulaciones éticas, vienen del propio individuo, o sea,
es una autodeterminación, es una auto legislación, es una autonomía. No hay una
lista a priori de preceptos morales que deberá obedecer para tener supuestamente
una conducta limpia, digna y conveniente.
Para los enanos, la simple intención de la canción de Lennon o la importancia de
ser honesto y moralmente digno, de ser libre en el pensar y proceder, son temas
irrelevantes. Un ser humano con una ética humanística, autónoma, como
explicamos, para ellos es como un tornillo fuera de lugar, desvinculado de su
acoplamiento.
Estos enanos siguen éticas heterónomas, pero degeneradas en la práctica. Asisten
a culto en iglesias y profesan, hipócritamente, amor hacia sus semejantes: están
sometidos a un poder ajeno, oculto, que les impide el libre desarrollo de un
comportamiento sano.
Una conducta moral autónoma, arraigada en valores y principios de peso ético, sí
es vital para una sociedad sana, entendiendo que una sociedad es la suma de sus
partes, siendo la humana la determinante. Para estos enanos ello va en
contraposición contra el desorden, el libertinaje y el caos, que son las
condiciones que necesitan para transformar las sociedades en lo que vemos al
presente en la mayoría de los países del mundo: una galopante degeneración del
cuerpo social.
La moral no existe en la naturaleza, argumentan los enanos más radicales, pues,
en su lógica, es un sistema creado por el hombre; por lo tanto, el mundo natural
no tiene esas "ataduras" morales. Sin embargo, como buenos simuladores, dentro
de su maniobrar en las sociedades, usan la ética para disfrazar de legitimidad
sus acciones e intereses. Para ellos, como López Aranguren: «Los valores morales
se pierden sepultados por los económicos».
Esta es una de sus favoritas: La Deontología o teoría deontológica. Esta se
puede considerar como una teoría ética que se ocupa de regular los deberes,
traduciéndolos en preceptos, normas morales y reglas de conducta, dejando fuera
de su ámbito específico de interés otros aspectos de la moral.
Ética y Deontología se utilizan como términos sinónimos, pero tienen
diferencias: La Ética profesional establece principios básicos o mínimos
universalmente exigibles. Propone motivaciones. La Deontología formula deberes y
obligaciones del profesional en el ejercicio de sus funciones.
Curioso, ¿no? Todos conocemos algún político electo o designado, que succiona el
Estado como sanguijuela... un enano. Todo dentro de un marco legal porque esa
legalidad ha sido legislada por su misma clase. La Deontología aplicada por
ellos dentro de sus ámbitos de influencia es sencillamente un chiste de mal
gusto.
Lo que no se lee no existe. Los enanos nos arrastran a su nivel de anticultura.
Hasta el planeta mismo empieza a resentirse de tantos excesos contra los
ecosistemas (calentamiento global). Las relativamente sanas relaciones humanas
están siendo transformadas en relaciones transaccionales. La ética, la moral, la
honestidad, son temas de salón sin mayor relevancia.
Como remate, vamos a concluir con dos citas de Simón Bolivar¹ y Marguerite
Yourcenar²:
¹«Los legisladores (por extensión, los políticos) necesitan ciertamente una
escuela de moral. ²La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión
pública; toda licencia demasiado visible me ha hecho siempre el efecto de una
ostentación de mala ley». Escoja, entonces, su enano favorito y propóngale esta
lectura. Mientras sigamos endosando con nuestro voto a quienes se enriquecen con
el ejercicio político nos saldrá cada vez más caro el desatino: parásitos que
nunca han trabajado como tú lo haces deciden qué hacer con lo que tú produces.
Autor del libro socioeconómico La Tríada II en Librería Cuesta.
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«Para crear se necesitan siglos y gigantes; para destruir, un enano
y un segundo». Agustín de Hipona
Por: Agustín Perozo Barinas
No nos referimos a los bajos de estatura. Sino a quienes la estatura
moral les queda alta. Vamos a analizar in extenso ese concepto tan
polémico: los santurrones moralistas disfrutarán de esta entrega.
Escribió Milan Kundera: «La humanidad produce una cantidad increíble
de idiotas. Cuanto más tonto es un individuo, más ganas de
reproducirse tiene».
Y Tato Pavlovsky amplió el concepto con esta perla: «Era un país
curioso, la mayoría de la gente inteligente dependía de un grupo de
idiotas, era asombroso observar como este grupo de idiotas
supervisaba, controlaba y dirigía, la suerte de los talentosos. Lo
increíble es que el sector de los inteligentes, para contentar a los
idiotas, comenzaron a empobrecer sus ideas, porque el grupo de
idiotas no las entendían y así poco a poco los talentosos
comprendieron que la única manera de progresar en esa comarca era
tratar de contentar a los idiotas transformándose poco a poco en
idiotas. La idiotización de la comarca llegó lenta e
inexorablemente. Lo curioso es que este proceso no fue percibido por
los talentosos, de manera que la idiotización paulatina fue un
proceso que algunos contemplaban incluso con alegría. Las ideas cada
vez más idiotas de los talentosos producían una enorme aceptación de
parte de los idiotas, que premiaban a los talentosos idiotizados con
cargos cada vez más prestigiosos».
Ya vamos conociendo a qué enanos nos referimos: los que ya casi
gobiernan al mundo; desde las grandes élites corporativas
y financieras, hasta la misma plebe que les sirve de
soporte. Esta plaga depredadora se enquistó en los palacios de
poder... solo turnan los rostros. Albert Camus los delató: «Hombres
sin ética son bestias salvajes soltadas a este mundo».
¿Quién no ha escuchado la canción «Imagine» de John Lennon? Muchos
fuimos ilusos soñadores, quijotescos enamorados de la idea de un
nuevo hombre, una nueva sociedad: justa, sana y feliz. La vida nos
estrelló contra un muro, crudo escenario donde el hombre es esa
bestia que evoluciona tecnológicamente hacia, probablemente, su
propia destrucción.
Según críticos, la letra de «Imagine» describe posibilidades
hipotéticas que no ofrecen soluciones prácticas; letras que a veces
son nebulosas y contradictorias, pidiendo al oyente que abandone los
sistemas políticos mientras alientan uno similar al comunismo.
Señalan la hipocresía de Lennon, la estrella de rock millonaria que
vive en una mansión, animando a los oyentes a imaginarse viviendo
sus vidas sin posesiones.
Otros argumentan que
Lennon pretendía que la letra de la canción inspirara a los oyentes
a imaginar si el mundo podría vivir sin posesiones, no como un
llamado explícito a renunciar a ellas: "Lennon sabía que no tenía
nada concreto que ofrecer, por lo que ofrece un sueño, un concepto
sobre el que construir". Consideraron que la canción estaba plagada
de contradicciones y que su ambientación parecida a un himno encaja
incómodamente con la súplica de su autor para que imaginemos un
mundo sin religión.
Describieron el "mundo de ensueño" de Lennon sin cielo ni infierno
como un llamado a "hacer el mejor mundo que podamos aquí y ahora, ya
que esto es todo lo que es o será". En su opinión, "debido a que
simplemente se nos pide que imaginemos, que juguemos a un juego de
'y si', Lennon puede escapar de las críticas más duras".
El ex Beatle Ringo Starr
defendió la letra de la canción durante una entrevista, afirmando:
"Lennon dijo 'imagina', eso es todo: imagínatelo".
Pues nos pasamos largos
años imaginando un mundo que nunca llegó... a ser testigos de
una era brutal, cruel e injusta.
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Es innegable que la
producción en masa y el alto consumo, apoyados en deuda y en nuevas tecnologías
en todas las esferas del vivir, nos brindó una nueva realidad de logros y
satisfacciones (excepto la deuda, la depredación y la contaminación).
Entonces, tenemos a Eduardo Galeano, cuestionando lo siguiente: «De los topos,
aprendimos a hacer túneles. De los castores, aprendimos a hacer diques. De los
pájaros, aprendimos a hacer casas. De las arañas, aprendimos a tejer. Del tronco
que rodaba cuesta abajo, aprendimos la rueda. Del tronco que flotaba a la
deriva, aprendimos la nave. Del viento, aprendimos la vela. ¿Quién nos habrá
enseñado las malas mañas? ¿De quién aprendimos a atormentar al prójimo y a
humillar al mundo?»
La calidad de vida está relacionada al estrato socioeconómico al que se
pertenece; si usted es inviable económicamente en este dominio, prepárese: en el
reino de estos enanos, donde las mentes están casi todas monetizadas, trate de
no caer en la insolvencia: lo primero que le faltarán es el respeto, en todos
los niveles y tiempos. Usted vale por lo que tiene, todo lo demás es accesorio.
Para estos enanos el hombre es como un cajero automático: si no tiene dinero, no
sirve para nada.
¿Por qué estos
enanos piensan como piensan?, ¿cuáles son sus motivaciones y objetivos?, ¿dónde
empollan sus códigos de conducta?
Hay lecturas, como «Las 48 leyes del poder» de Robert Greene y Joost Elffers (y
también "postulados axiomáticos" en la serie cinematográfica «El Padrino»), que
tienen más peso entre estos enanos que cualquier tratado ético. Ese libro no da
poder, es un adoctrinamiento muy acertado para la gente con personalidad de
cactus. No son leyes, son comportamientos y asociaciones para absorber la mente
y prepararla para la sociopatía. Sobre la serie fílmica, ni decir...
Usted piensa de tal
o cual manera porque le han impuesto, o se ha auto impuesto, procesos mentales
ajenos. Una mentalidad crítica, autónoma, es casi una rara aparición, como los
fantasmas. El 39% de la población mundial no tiene hábitos de lectura, lo cual
fue advertido por Ray Bradbury: «Para destruir una cultura no hace falta quemar
libros. Basta con que la gente deje de leer».
Por ejemplo, ser
honesto ya no es una virtud sino más bien una limitante en sociedades que han
degradado principios y valores éticos. La honestidad es un mecanismo simple para
tener reglas claras donde toda actividad humana pueda desenvolverse sin afectar
negativamente, en la medida posible, los intereses de los demás.
La deshonestidad va
de la mano de la mentira y Hannah Arendt nos plantea sus consecuencias: «Mentir
constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino
garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre
la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo
así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo,
completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo
que quieras».
Estos enanos
desvirtúan los cánones a su antojo y conveniencia... debemos entonces aclarar
sobre la moral que tanto les martiriza como a los zorros del desierto de Sechura
de Vargas Llosa: «...aúllan como demonios cuando llega la noche para quebrar el
silencio que los aterroriza».
Veamos: La moral y la ética son equivalentes. Sin embargo, el uso distingue la
ética de la moral. La ética es el estudio, disciplina, o parte de la filosofía
que se ocupa de los principios, normas, que se refieren a
lo bueno y a lo malo, no a la conducta propia o a la conducta impropia. La ética
es la teoría de la moral, y la moral es la práctica de la ética.
Las éticas y las morales que prevalecen y rigen siempre son legislaciones de
otros, lo
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