EL SENDERO DEL DHARMA

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica
AGA: La Fórmula Secreta para Transformar tu Realidad
En la búsqueda de una vida plena y significativa, a menudo nos encontramos con
la pregunta: ¿cómo podemos transformar nuestra realidad? La respuesta puede
encontrarse en una fórmula sencilla pero poderosa del Budhismo Sammasati: Amor,
Gratitud, Armonía (AGA). Estos tres pilares, cuando se cultivan conscientemente,
tienen el poder de cambiar nuestra percepción del mundo y, por lo tanto, nuestra
experiencia de la realidad.
Amor: La Fuerza Transformadora
El amor, en su forma más pura, es una fuerza transformadora que trasciende las
barreras del ego y nos conecta con la esencia de la vida. No se trata solo del
amor romántico, sino del amor universal: la compasión, la empatía y la
aceptación incondicional.
* Amor propio: El primer paso para transformar nuestra realidad es cultivar el
amor propio. Aceptarnos tal como somos, con nuestras fortalezas y debilidades,
nos permite liberarnos del juicio y la autocrítica.
* Amor hacia los demás: Al extender el amor hacia los demás, creamos un campo de
energía positiva que se refleja en nuestras relaciones y en el mundo que nos
rodea.
* Amor hacia la vida: Apreciar la belleza y la abundancia de la vida, incluso en
los momentos difíciles, nos permite conectar con la alegría y la gratitud.
Gratitud: El Portal a la Abundancia
La gratitud es el reconocimiento y la apreciación de las bendiciones que
recibimos en la vida. Al enfocarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos
falta, abrimos un portal a la abundancia y la felicidad.
* Gratitud por lo pequeño: Apreciar los pequeños detalles de la vida, como una
sonrisa, un abrazo o un día soleado, nos permite cultivar una actitud de
gratitud constante.
* Gratitud por los desafíos: Incluso los desafíos pueden ser oportunidades para
crecer y aprender. Al agradecer las lecciones que nos brindan, transformamos el
sufrimiento en sabiduría.
* Gratitud por nosotros mismos: Agradecer nuestras propias cualidades y logros
nos permite fortalecer nuestra autoestima y confianza.
Armonía: El Equilibrio Perfecto
La armonía es el estado de equilibrio y paz interior que surge cuando alineamos
nuestros pensamientos, emociones y acciones con nuestros valores y propósitos.
* Armonía interna: Cultivar la paz interior a través de la meditación, la
respiración consciente y la introspección nos permite reducir el estrés y la
ansiedad.
* Armonía en las relaciones: Fomentar la comunicación abierta, el respeto y la
empatía en nuestras relaciones nos permite construir conexiones significativas y
duraderas.
* Armonía con el entorno: Cuidar nuestro planeta y vivir en armonía con la
naturaleza nos permite crear un mundo más sostenible y equitativo.
AGA: La Fórmula Secreta Revelada
Al integrar el amor, la gratitud y la armonía en nuestra vida diaria, activamos
una poderosa fuerza transformadora que moldea nuestra realidad desde adentro
hacia afuera. AGA no es solo una fórmula, sino un estilo de vida que nos invita
a vivir con conciencia, compasión y alegría.
Reflexiones Adicionales:
* La práctica de AGA requiere paciencia y perseverancia. Los resultados pueden
no ser inmediatos, pero con el tiempo, se manifestarán en una vida más plena y
satisfactoria.
* AGA no es una solución mágica, sino una herramienta poderosa que nos permite
tomar responsabilidad de nuestra propia felicidad y bienestar.
* Al compartir AGA con los demás, contribuimos a crear un mundo más amoroso,
agradecido y armonioso.
Tashi Delek para todos y todas.
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EL PAÍS CONTRA UN SOLO HOMBRE

Por : Álvaro Ramírez Gonzáles
alragonz@yahoo.es
Es imperativo transcribirles este magistral escrito de Sebastián Sanint.
Identifica con total claridad las razones por las que Petro, es el foco de
todos.
Y todo es tan complicado, ¡como simple...!
“En mi entorno —clase media alta, viejos oligarcas y nuevos ricos— hay un
consenso inquebrantable: Petro no pasa de 2026.
Es un accidente.
Una anomalía populista que se corrige en las urnas.
Ya casi, como si fuera inevitable.
Hablan como si la historia estuviera escrita.
Como si Colombia fuera una línea recta.
Como si alguna vez hubiéramos estado bien.
Pero lo cierto es que este país nunca ha conocido la verdadera normalidad.
Solo una larga continuidad de desigualdad, violencia, impunidad y cinismo.
El caso es que, en 2025, nuestra discusión política se ha reducido a un solo
nombre:
Petro o anti-Petro.
Todo lo demás es ruido.
La oposición no tiene relato, ni proyecto, ni norte.
Tiene rabia, sí.
Y algo de disciplina, en el caso de los uribistas.
Pero están solos.
Los partidos tradicionales se venden al mejor postor semana tras semana.
Juegan a la oposición mientras negocian contratos.
Germán murió con el coscorrón.
Claudia no se sabe si es de aquí o de allá. Ni fu ni fa.
Sergio y Alejandro —los más serios— suenan como profesores en clase virtual.
Los Uribitos, Vicky, María Fernanda... siguen hipnotizados por la campaña de
2002.
Veintitrés añitos de retraso.
En fin: gente que no convence, porque no propone.
No hay una sola idea potente desde ese lado.
No hay un solo gesto que apunte al futuro.
Todo es reacción.
Nada huele a propio.
Mientras tanto, Petro juega con ventaja.
Tiene el Estado: la chequera, los contratos, los cargos.
Y también la posibilidad real de encender el país si le da la gana.
¿Les suena aquello del “estallido social”?
No es paranoia.
Es memoria reciente.
Petro domina el miedo.
Pero también la esperanza.
Y por eso sigue ahí.
Subiendo.
Tiene el monopolio del relato del cambio.
Habla de justicia social, del campesino, del trabajador, de lo indigno que es
vivir como se vive.
Y aunque no cumpla, aunque no transforme, aunque falle, aunque esté repleto de
escándalos...
Por lo menos tiene
discurso.
Y el discurso, hoy, sigue ganando votos.
Tiene a los jóvenes.
No porque todos lo adoren, sino porque los otros ni siquiera se han tomado el
trabajo de hablarles.
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Las encuestas lo
muestran estable. Incluso creciendo.
Con apenas 11 a 15 puntos más, puede reelegirse vía delegado.
El opositor más fuerte tendría que escalar unos 40 puntos.
Y no tiene ni las botas puestas.
A su alrededor están los más duchos, los que fuman debajo del agua:
Armandito y Roy.
Personajes imposibles de defender en público, pero igual de imposibles de
reemplazar en campaña.
Ambos entienden la política como es.
No como debería ser.
En modo ludópata: si hoy tuviera que apostarle un millón de pesos al próximo
presidente, lo haría por Roy.
En fin.
La oposición, además de débil, es torpe.
Se le atraviesa a una reforma laboral popular sin entender el momento político.
En un país donde desde siempre oscurece a las seis, siguen insistiendo en que la
jornada nocturna empiece a las nueve.
Solo por poner un ejemplo.
Eso no es solo miopía.
Es ceguera.
Podrían pensar en algo grande.
Un frente común.
Un acuerdo nacional de verdad, verdad.
Un “Pacto por lo Justo”.
Algo que le hable a la calle sin sonar exactamente a Petro.
O quizás sí.
Pero las vanidades no los dejan.
Y los egos no caben en la misma taberna del club.
Siguen insistiendo en la seguridad como carta ganadora.
Sí, el país está que estalla.
Sí, hay regiones tomadas.
Pero la gente ya no vota por la seguridad.
Vota por cambio.
Por la idea —aunque sea vaga— de que algo puede mejorar.
Y quizás el vacío más grande: no hay figura.
No hay carisma.
No hay estrella.
La oposición está lejos de tener su rockstar.
Petro tampoco lo tiene.
Pero compensa con narrativa.
Los candidatos de oposición parecen funcionarios con aspiraciones.
Bien vestidos, bien hablados, bien peinados.
Pero sin calle.
Sin barrio.
Sin panadería.
Les falta algo que no se aprende en Harvard ni en Los Andes.
Les falta taxi.
El mejor analista político de Colombia sigue siendo el taxista que da vueltica
por el centro y escucha todo.
Ellos no escuchan nada.
¿Puede perder Petro?
Claro.
Pero no lo van a derrotar con editoriales en El Tiempo, ni con trinos
indignados, ni con propuestas que no emocionan ni a sus propios autores.
No, lo que hay en la oposición no es una crisis de poder.
Es una crisis de imaginación.
Y mientras nadie sea capaz de imaginar algo mejor, el que diga “cambio” más
fuerte... sigue mandando”.
Sobremesa
¡Es tan simple!
Hay que cambiar toda la estrategia.
¡O perdemos de nuevo!
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