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COLUMNISTAS

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.482-1062

Fecha: Miércoles 07-05-2025

 

EL SENDERO DEL DHARMA


Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica


AGA: La Fórmula Secreta para Transformar tu Realidad

En la búsqueda de una vida plena y significativa, a menudo nos encontramos con la pregunta: ¿cómo podemos transformar nuestra realidad? La respuesta puede encontrarse en una fórmula sencilla pero poderosa del Budhismo Sammasati: Amor, Gratitud, Armonía (AGA). Estos tres pilares, cuando se cultivan conscientemente, tienen el poder de cambiar nuestra percepción del mundo y, por lo tanto, nuestra experiencia de la realidad.

Amor: La Fuerza Transformadora

El amor, en su forma más pura, es una fuerza transformadora que trasciende las barreras del ego y nos conecta con la esencia de la vida. No se trata solo del amor romántico, sino del amor universal: la compasión, la empatía y la aceptación incondicional.

* Amor propio: El primer paso para transformar nuestra realidad es cultivar el amor propio. Aceptarnos tal como somos, con nuestras fortalezas y debilidades, nos permite liberarnos del juicio y la autocrítica.

* Amor hacia los demás: Al extender el amor hacia los demás, creamos un campo de energía positiva que se refleja en nuestras relaciones y en el mundo que nos rodea.

* Amor hacia la vida: Apreciar la belleza y la abundancia de la vida, incluso en los momentos difíciles, nos permite conectar con la alegría y la gratitud.

Gratitud: El Portal a la Abundancia

La gratitud es el reconocimiento y la apreciación de las bendiciones que recibimos en la vida. Al enfocarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos falta, abrimos un portal a la abundancia y la felicidad.

* Gratitud por lo pequeño: Apreciar los pequeños detalles de la vida, como una sonrisa, un abrazo o un día soleado, nos permite cultivar una actitud de gratitud constante.

* Gratitud por los desafíos: Incluso los desafíos pueden ser oportunidades para crecer y aprender. Al agradecer las lecciones que nos brindan, transformamos el sufrimiento en sabiduría.

* Gratitud por nosotros mismos: Agradecer nuestras propias cualidades y logros nos permite fortalecer nuestra autoestima y confianza.

Armonía: El Equilibrio Perfecto

La armonía es el estado de equilibrio y paz interior que surge cuando alineamos nuestros pensamientos, emociones y acciones con nuestros valores y propósitos.

* Armonía interna: Cultivar la paz interior a través de la meditación, la respiración consciente y la introspección nos permite reducir el estrés y la ansiedad.

* Armonía en las relaciones: Fomentar la comunicación abierta, el respeto y la empatía en nuestras relaciones nos permite construir conexiones significativas y duraderas.

* Armonía con el entorno: Cuidar nuestro planeta y vivir en armonía con la naturaleza nos permite crear un mundo más sostenible y equitativo.

AGA: La Fórmula Secreta Revelada

Al integrar el amor, la gratitud y la armonía en nuestra vida diaria, activamos una poderosa fuerza transformadora que moldea nuestra realidad desde adentro hacia afuera. AGA no es solo una fórmula, sino un estilo de vida que nos invita a vivir con conciencia, compasión y alegría.

Reflexiones Adicionales:

* La práctica de AGA requiere paciencia y perseverancia. Los resultados pueden no ser inmediatos, pero con el tiempo, se manifestarán en una vida más plena y satisfactoria.

* AGA no es una solución mágica, sino una herramienta poderosa que nos permite tomar responsabilidad de nuestra propia felicidad y bienestar.

* Al compartir AGA con los demás, contribuimos a crear un mundo más amoroso, agradecido y armonioso.

Tashi Delek para todos y todas.

 

 

 

EL PAÍS CONTRA UN SOLO HOMBRE

Por : Álvaro Ramírez Gonzáles
alragonz@yahoo.es


Es imperativo transcribirles este magistral escrito de Sebastián Sanint.

Identifica con total claridad las razones por las que Petro, es el foco de todos.

Y todo es tan complicado, ¡como simple...!


“En mi entorno —clase media alta, viejos oligarcas y nuevos ricos— hay un consenso inquebrantable: Petro no pasa de 2026.

Es un accidente.

Una anomalía populista que se corrige en las urnas.

Ya casi, como si fuera inevitable.

Hablan como si la historia estuviera escrita.

Como si Colombia fuera una línea recta.

Como si alguna vez hubiéramos estado bien.

Pero lo cierto es que este país nunca ha conocido la verdadera normalidad.

Solo una larga continuidad de desigualdad, violencia, impunidad y cinismo.

El caso es que, en 2025, nuestra discusión política se ha reducido a un solo nombre:

Petro o anti-Petro.

Todo lo demás es ruido.

La oposición no tiene relato, ni proyecto, ni norte.

Tiene rabia, sí.

Y algo de disciplina, en el caso de los uribistas.

Pero están solos.

Los partidos tradicionales se venden al mejor postor semana tras semana.

Juegan a la oposición mientras negocian contratos.

Germán murió con el coscorrón.

Claudia no se sabe si es de aquí o de allá. Ni fu ni fa.

Sergio y Alejandro —los más serios— suenan como profesores en clase virtual.

Los Uribitos, Vicky, María Fernanda... siguen hipnotizados por la campaña de 2002.

Veintitrés añitos de retraso.

En fin: gente que no convence, porque no propone.

No hay una sola idea potente desde ese lado.

No hay un solo gesto que apunte al futuro.

Todo es reacción.

Nada huele a propio.

Mientras tanto, Petro juega con ventaja.

Tiene el Estado: la chequera, los contratos, los cargos.

Y también la posibilidad real de encender el país si le da la gana.

¿Les suena aquello del “estallido social”?

No es paranoia.

Es memoria reciente.

Petro domina el miedo.

Pero también la esperanza.

Y por eso sigue ahí.

Subiendo.

Tiene el monopolio del relato del cambio.

Habla de justicia social, del campesino, del trabajador, de lo indigno que es vivir como se vive.

Y aunque no cumpla, aunque no transforme, aunque falle, aunque esté repleto de escándalos...
 

Por lo menos tiene discurso.

Y el discurso, hoy, sigue ganando votos.

Tiene a los jóvenes.

No porque todos lo adoren, sino porque los otros ni siquiera se han tomado el trabajo de hablarles.
 

 

 

Las encuestas lo muestran estable. Incluso creciendo.

Con apenas 11 a 15 puntos más, puede reelegirse vía delegado.

El opositor más fuerte tendría que escalar unos 40 puntos.

Y no tiene ni las botas puestas.

A su alrededor están los más duchos, los que fuman debajo del agua:

Armandito y Roy.

Personajes imposibles de defender en público, pero igual de imposibles de reemplazar en campaña.

Ambos entienden la política como es.

No como debería ser.

En modo ludópata: si hoy tuviera que apostarle un millón de pesos al próximo presidente, lo haría por Roy.

En fin.

La oposición, además de débil, es torpe.

Se le atraviesa a una reforma laboral popular sin entender el momento político.

En un país donde desde siempre oscurece a las seis, siguen insistiendo en que la jornada nocturna empiece a las nueve.

Solo por poner un ejemplo.

Eso no es solo miopía.

Es ceguera.

Podrían pensar en algo grande.

Un frente común.

Un acuerdo nacional de verdad, verdad.

Un “Pacto por lo Justo”.

Algo que le hable a la calle sin sonar exactamente a Petro.

O quizás sí.

Pero las vanidades no los dejan.

Y los egos no caben en la misma taberna del club.

Siguen insistiendo en la seguridad como carta ganadora.

Sí, el país está que estalla.

Sí, hay regiones tomadas.

Pero la gente ya no vota por la seguridad.

Vota por cambio.

Por la idea —aunque sea vaga— de que algo puede mejorar.

Y quizás el vacío más grande: no hay figura.

No hay carisma.

No hay estrella.

La oposición está lejos de tener su rockstar.

Petro tampoco lo tiene.

Pero compensa con narrativa.

Los candidatos de oposición parecen funcionarios con aspiraciones.

Bien vestidos, bien hablados, bien peinados.

Pero sin calle.

Sin barrio.

Sin panadería.

Les falta algo que no se aprende en Harvard ni en Los Andes.

Les falta taxi.

El mejor analista político de Colombia sigue siendo el taxista que da vueltica por el centro y escucha todo.

Ellos no escuchan nada.

¿Puede perder Petro?

Claro.

Pero no lo van a derrotar con editoriales en El Tiempo, ni con trinos indignados, ni con propuestas que no emocionan ni a sus propios autores.

No, lo que hay en la oposición no es una crisis de poder.

Es una crisis de imaginación.

Y mientras nadie sea capaz de imaginar algo mejor, el que diga “cambio” más fuerte... sigue mandando”.

Sobremesa

¡Es tan simple!

Hay que cambiar toda la estrategia.

¡O perdemos de nuevo!

 

 

 

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