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COLUMNISTAS

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.491-1071

Fecha: Sábado 17-05-2025

 

EL SENDERO DEL DHARMA

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica

 

La Enfermedad como Camino: Un Despertar a la Impermanencia y la Reconciliación

 

En el camino del Budhismo Sammasati, la enfermedad, especialmente aquellas crónicas como el cáncer, se percibe no como un castigo o una desgracia, sino como una profunda oportunidad para el despertar.

 

Estas experiencias nos invitan a contemplar la impermanencia de nuestra existencia física y a cultivar la sabiduría y la compasión.

 

La Impermanencia como Maestra

El cuerpo humano, con su aparente solidez, es en realidad un flujo constante de cambios. La enfermedad nos revela esta verdad de manera ineludible, mostrándonos que nada está exento de transformación y decadencia. Al aceptar esta realidad, podemos liberarnos del apego a la ilusión de un cuerpo perfecto y permanente, y encontrar paz en la comprensión de nuestra verdadera naturaleza.

Un Espacio para la Reconciliación

La enfermedad también nos brinda una valiosa oportunidad para sanar nuestras relaciones. Al enfrentarnos a nuestra propia vulnerabilidad, se disuelven las barreras del ego y se ablanda el corazón. Este es el momento propicio para amar y pedir amor, para expresar gratitud a quienes nos rodean, y para cultivar la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás.

 

Cultivando la Sabiduría y la Compasión

En el Budhismo Sammasati, la enfermedad se convierte en un campo de práctica para cultivar la atención plena, la ecuanimidad y la compasión. Al observar las sensaciones y emociones que surgen con la enfermedad, sin juzgarlas ni aferrarnos a ellas, desarrollamos la capacidad de estar presentes en el momento y de aceptar la realidad tal como es.

Encontrando la Paz en Medio de la Tormenta

Aunque la enfermedad puede generar sufrimiento y dolor, también puede ser un camino hacia la paz interior. Al abrazar la enfermedad como parte de la vida, podemos liberarnos del miedo y la resistencia, y encontrar serenidad en medio de la tormenta.

En resumen:

* La enfermedad es una maestra que nos
 

 

 

muestra la impermanencia de la vida.

 

* Es una oportunidad para la reconciliación y el amor.

 

* Nos invita a cultivar la sabiduría y la compasión.

* Puede ser un camino hacia la paz interior.

 

Es importante recordar que este enfoque no busca minimizar el sufrimiento que la enfermedad puede causar, sino ofrecer una perspectiva que permita encontrar significado y crecimiento en medio de la adversidad.

Tashi Delek para todos y todas.

 

Derechos Humanos y protección

Por: Guillermo Navarrete Hernandez

 

Los Derechos Humanos están intrínsecamente ligados a términos como dignidad, libertad, respeto, convivencia y protección. Estos no solo son necesarios para la interacción entre seres humanos, sino también para la relación entre los mismos humanos y lo no humano, para hacer posible la existencia.

 

Por su parte, la vulnerabilidad, derivada de las debilidades inherentes a la condición humana, las amenazas determinadas por aquellas externalidades que pueden alterar actividades consideradas normales en un contexto dado y los riesgos vistos como la probabilidad de que la amenaza se materialice con el menoscabo de la calidad de vida de las personas, son parte del tal paralelismo.

 

En tal contexto, la protección -definida según la RAE como resguardar a una persona, animal o cosa de un perjuicio o peligro-, es fundamental para evitar eventos adversos a la dignidad de las personas y garantizar el goce efectivo de derechos. Sin embargo, en situaciones de violencia sistemática, violencia intergeneracional, de riesgo de desastre, de corrupción sistemática y de ausencia del Estado, esta tiende a volverse esquiva y opaca, especialmente para quienes poseen altos niveles de vulnerabilidad.

 

Las sociedades desde su génesis instituyeron medios para su protección, el ejército es uno de ellos. Además de ser un deber transversal en todas las acciones que despliegue el Estado, incluso, para evitar abusos de este en contra de la ciudadanía. Razón de ser del sistema de pesos y contrapesos propios de la autonomía de las ramas del poder público y de los organismos de control, cuando su gestión se orienta de manera cierta al servicio de los intereses generales.
 

 

 

Thomas Hobbes, filósofo inglés nacido en abril de 1588, plantea la necesidad de una fuerza común que se materializa en un Estado fuerte y autoritario, al cual denominó “Leviatán”, y que debe encaminar sus esfuerzos para regular la agresividad, característica intrínseca del ser humano, generadora de desconfianza, inseguridad, temor y acaecimiento de procesos de violencia. El Estado ocupa un lugar trascendente para defender al hombre de las acciones del propio hombre. En otras palabras, se configura una cesión del poder individual a un poder soberano que ejerce el uso legítimo de la fuerza para proteger la vida de todos y asegurar la paz (Mota, 2018, pp. 101-104).
 

A partir de la lucha de pueblos que debieron soportar los vejámenes de regímenes totalitarios y atroces, característica esencial de los grandes forjadores de imperios, pero también de una paradójica combinación de misericordia al reconocer las creencias, cultura y costumbres de estos, los códigos fueron consolidándose en instrumentos de convivencia entre diferentes e, incluso, para permitir el retorno al país de origen cuando hubiesen sido objeto de desplazamiento forzado, como así sucedió con el pueblo judío cuando Ciro II conquistó Babilonia. Tal es el caso del Código de Hammurabi, escrito en el año 1750 a.C, por el Rey de Babilonia, de quien se desprende dicho nombre.

 

Sin embargo y ante prácticas reiteradas de crueldad durante los conflictos armados, se determinó la necesidad de crear organismos supranacionales que regulen y, en ciertos casos, juzguen crímenes o delitos graves en contra de la humanidad. El Tribunal Internacional de Núremberg, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y El Tribunal Internacional para Rwanda, son algunos ejemplos. En la actualidad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Europea de Derechos Humanos, la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, son instancias convencionales que obligan a los Estados a diseñar e implementar medidas que garanticen la garantía y protección de los derechos humanos. Es de anotar que por tradición Colombia es un país que ha suscrito y ratificado la mayor parte de tratados internacionales sobre esta materia, además de consagrar en su normativa interna, desde la Constitución Política, dichas disposiciones.

 

No obstante, la persistente presencia de grupos armados al margen de la Ley, en los que la ideología es parte de una retórica engañosa, la corrupción., la más deleznable práctica de la clase política, y la impunidad que generan repudio de la sociedad e incredulidad en las instituciones hacen muy difícil dicha labor.

Promover entonces el conocimiento y elevar la conciencia ciudadana sobre los mecanismos de protección de los derechos humanos es clave para superar los desafíos en la reducción de brechas y la construcción de una sociedad más justa, equitativa y en paz.

 

 

 

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