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Pereira - Colombia. Año 60 - Segunda época - Nº 12.422-02 - 06-22-2009 Página 09 |
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Fundado el 9 Julio de 1948
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OPINIONES
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APROXIMACIÓN IMPARCIAL A LA REALIDAD. Eduardo Cordoví Hernández. La Habana, Cuba. Email: edwacor@gmail.com Al ponernos espejuelos con cristales rojos, el mundo circundante nos parece rojo, si usamos unos verdes, ese mundo cambia correspondientemente. Al estudiar las propiedades de la luz, los científicos descubrieron que, bajo determinadas circunstancias, la luz actúa como onda, apareciendo así la Teoría Ondulatoria; pero que, bajo circunstancias opuestas, actúa como partícula, lo cual dio origen a la Teoría Corpuscular... Dicha realidad, partícula-onda, se puso de manifiesto cuando los científicos tuvieron consciencia de que la naturaleza de la luz parecía cambiar en dependencia de cómo fuera observada por ellos. La realidad volvía a ser algo relativo. Neils Bohr (danés, 1885-1962, Premio Nóbel de Física en 1922) definió tal dualidad como El Principio de Complementariedad. Así, de acuerdo con su llamada Interpretación de Copenhague de la Mecánica Cuántica: la materia, es decir, la realidad objetiva, se comporta de dos maneras complementarias contradictorias. Si observamos la materia de una forma, ésta aparece como si fuese partículas bien localizadas en el espacio... pero si escogemos otro modo de observación, la propia materia, asemeja ondas que no se hallan bien localizadas en el espacio. Pero nunca puede ser ambas a la vez porque una excluye a la otra. De modo que el modo en que aparece la materia, está en dependencia de las selecciones que haya hecho nuestra mente: La realidad es asunto de Selectividad. De acuerdo con los postulados del Principio de Complementariedad, no existe la realidad hasta tanto la misma no sea observada. La antigua Física Clásica o Newtoniana, que es ya obsoleta para la Era Atómica, describe al mundo de manera que éste, tiene una existencia aparte y completamente independiente del observador. La Física Cuántica establece que tal mundo objetivo es una ilusión, dado que los cinco sentidos de que nos valemos diariamente no son fiables para que puedan ofrecernos una visión total de la realidad. El Principio de Complementariedad nos recuerda que mientras nos encontremos observando el tono rojizo de algo, su verdor permanece invisible a nuestro sentido de la vista, o viceversa. Siempre existe un lado que resulta complementario a todo lo que experimentamos. Otra piedra angular de la Física Cuántica refuerza este criterio: se trata de la Relación de Incertidumbre o Principio de Indeterminación de Heisenberg (alemán, Premio Nóbel en 1932), el cual expresa que no podemos conocer simultáneamente la posición y el momentum de un objetivo. Para observar una partícula se hace necesario lanzar contra ella a otra partícula; pero, al efectuar tal, estamos perturbando a la partícula original. Para observar un electrón tendríamos que lanzarle un rayo de luz de alta frecuencia, el impacto luminoso saca fuera de órbita al electrón cambiando así su dirección y momentum dentro de formas impredecibles. Si se utilizase una luz de menor intensidad energética, a fin de no perturbar el momentum del electrón, entonces sucedería que dicha luz no podría alcanzar una longitud de onda capaz de hacer observable al electrón, seríamos incapaces de poder observar la partícula. En resumen, toda intención de localizar a una partícula alterará lo que estemos tratando de determinar. No se puede observar algo, según la Física Cuántica, sin que sufra cambios. Por estos dos Principios (Complementariedad e Indeterminación) queda demostrado que el mundo resulta misterioso e insondable, pues de él sólo tenemos acceso a una parte de su realidad y porque, además, el acto de búsqueda de conocimiento real, quebranta ese mundo a causa de la acción que ejercemos con nuestra observación, de modo que tenemos acceso a una realidad alterada que nada tiene que ver, o tiene muy poco que ver, con la realidad originaria y, para colmo, esa realidad alterada no podemos predecirla más que dentro de límites estadísticos. La realidad es comparable a una moneda: Nunca podemos verla completamente. O cara, o cruz. Así, faltos de suficiente información, juzgamos y creemos tener control. |
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Charlemos SE NOS FUE BENEDETTI
Por Manuel Tiberio Bermúdez Se nos fue Benedetti, el poeta, el novelista, el contestatario que nos azuzaba el alma desde sus versos libres y sus líneas hechas de ternura. Muchos de sus poemas se volvieron canciones que corean aun miles de gargantas, muchos de sus poemas caminan los senderos del no olvido y se vuelven compañía de noches en los que la mágica alquimia del alcohol nos trasmuta el alma. Los poemas en su voz, gracias a la modernidad de los artilugios que nos guardan en pedazos: en tinta, en imagen estática, en imagen en movimiento, en voz, nos concilian con la vida. Parece un padre amoroso dando consejos al hijo descarriado. Desde ese cansancio viejo en el que parece que viajaba su voz de poeta nos emocionaba hasta el temblor de piel. Hizo los poemas sencillos, con palabras sencillas, cotidianas, tomadas, muy seguramente del entorno diario que le rodeaba. Le bautizaron con un nombre tan largo, -manías de los italianos-, que no parece un nombre sino un directorio en un intento de ensayo: Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, pero terminó llamándose como el mundo lo nombra: Mario Benedetti y con ese nombre rayó cancha en el mundo de las letras y en el corazón de los enamorados de la vida, de la justicia y del amor, y se ganó para siempre, el aprecio de quienes alguna vez nos acercamos a sus textos. Fue el poeta del exilio. Desde 1973, hasta 1983, vaga de país en país, Buenos Aires, Perú, España, Cuba, pero de toda esa trashumancia quedo su obra como testimonio en tinta de su paso por el mundo. A muchos seres humanos en este planeta nos dolió su partida, sentimos la noticia como una bofetada a mansalva que nos avienta casi siempre la vida. Hoy antes de escribir esta nota, me llevé a Benedetti en esos modernos cajoncitos donde caben tantas cosas y que se llama USB, me llevé cuatro o cinco poemas para compartir con un amoroso del que me he hecho amigo y que tiene por oficio detener el tiempo en hermosas imágenes fotográficas y nos gozamos su voz y su recuerdo. Nos rescató del naufragio de la tristeza cuando desde su palabra añosa nos repetía, por ya no se cuantas veces: “nosotros cuando amamos, es fácil de arreglar. Con sábanas ¡que bueno!..sin sábanas da igual…” O cuando volvimos a escucharle: “estoy jodido y radiante. Quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa”. Se nos fue Benedetti…y no lamentamos su muerte porque a partir de hoy está mas vivo, más leído, más escuchado… Estamos celebrando el año Darwiniana. Su teoría de la evolución nos abrió las puerta del conocimiento para así entender el orígen de nuestra existencia. |
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PERIODISMO Y PODER
Por: Otoniel Parra Arias Torrejón de Ardoz/Madrid. Feb. 09.-
El periodista Alberto Montagut en su libro recientemente publicado "Fe de Errores", en el que analiza diversas experiencias de su larga vida profesional, toca en forma acertada algunos de los tópicos que apostillan la profesión en el mundo actual encumbrando su noble labor de notariado humanístico o reduciéndola a los extremos más pobres según las presiones externas y la actitud ética asumida por el comunicador. Me refiero a uno solo de los interesantes conceptos allí vertidos, el referente a los enfoques equivocados en la mayoría de las ocasiones del oficio en relación con la cobertura que debe hacerse a la actividad de quienes desde diversos escalones del poder ministran asuntos que afectarán inevitablemente al ciudadano del común. Montagut sostiene que hace varias décadas el periodismo perdió una oportunidad de oro en la toma de posición respecto a los acontecimientos mundiales al haberse orientado más hacia el simbolismo del poder como mentor de los ciudadanos y no al contrario, desde el vizor de los ciudadanos como vigilantes de lo que se cuece en esas altas cúspides. En una entrevista en Punto Radio, Montagut recordaba como esa oportunidad la hubo en España en el ocaso de la época franquista de onerosa mordaza a la libertad de expresión y cómo al iniciarse ese sensacional destape en todos sus frentes, la tendencia de la información pudo haberse aferrado a la defensa de los intereses del ciudadano del común hasta identificarse con esa moderna versión de "el ciudadano Kane" y no por la vertiente tentadoramente cómoda de entreverarse en los pliegues negativos y positivos del accionar en la clase política casi sin derecho al pataleo. De tal forma que según Montagut se llegó a la preconización de los grandes grupos de la información con rígidas normas de seguimiento partidista hasta el punto de llegar a crear "escuelas" en cuanto a la forma de enfocar los diversos temas de la democracia, incluso hasta los más baladíes, incluidos edredones de la prensa rosa. La conclusión está a la vista y la tiene muy difícil quien salga a la calle buscando un puesto de revistas y periódicos en busca de una definición austera e imparcial sobre el tema del momento luego de haber sido descuartizado y sazonado, cada cocinero con su propia receta, en los medios electrónicos de TV e Internet. Ahora que si desea observar como miran desde la otra orilla (el periódico o revista del otro grupo) deberá a regañadientes que comprarlo y a disgusto leer a los competidores del pensamiento con sus propias cábalas y definiciones, también con lo mismo índices de disgregación informativa. Allí es donde el autor del libro recuerda que el periodismo tomó por el lado equivocado al buscar amparo bajo toldas de determinados colores y heráldicas. La respuesta parece estar a la vista y es la que apunta a la necesidad de mantener los costosos entramados de la comunicación, de sueldos, maquinarias, etc, con algo denominado aportes publicitarios que son más asequibles cuando los amigos están en el poder. Dejando claro que todo esto se mueve dentro de un desempeño de relativa libertad de opinión y manejo ético y no necesariamente de connivencia descarada. Montagut sostiene que el periodismo como guía del ciudadano, también podría estar funcionando tomando como epicentro al ciudadano sin desmedro de la sustancia política; alega que también por estos lados se habría encontrado el apoyo de los suscriptores y anunciadores a los medios de información con mayor credibilidad y una función un tanto más didáctica y menos confusa y al respecto pone como ejemplo el desempeño de los comunicadores estadounidenses. En conclusión se trata de definiciones hijas un tanto de la teoría de la comunicación y orientadas como dice el autor hacia las nuevas generaciones y que indudablemente tienen sus seguidores dentro del ejército de informadores que respetan la delicada línea divisoria que hay entre el poder y el periodismo, así a veces los réditos de contar las cosas sin adjetivos de tersa filigrana no sean muy altos. |
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