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Pereira - Colombia. Año 61 - Segunda época - Nº 12.430-10 -Fecha: 09- 30-2009

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ZONA LIBRE

El Presidente y el boleteo

  Alvarez Gardeazábal Le dice a Uribe

 

A raíz de las denuncias que hice desde La luciérnaga sobre el ominoso azote del boleteo que ha subsumido a Tuluá desde hace unos meses y que ya lleva una colección de muertos y bombas, se puso en contacto conmigo el presidente de la República Alvaro Uribe. Aunque él considera que ante la gravedad de mis denuncias debo modificar el esquema de seguridad de que gozo, fui enfático en decirle que lo que debe modificarse inmediatamente es el esquema de seguridad de una ciudad que no puede soportar ni una extorsión  ni una bomba más. 

 

El hecho de que las extorsiones hayan sido hechas desde hace varios meses en el mismo formato, indicando un teléfono, y que quienes han llamado allá reciben asustados instrucción de consignar en una misma cuenta bancaria y que de ese pequeño detalle no se hayan dado cuenta ni el Gaula del Ejército ni el Gaula de la Policía ni la Sijin, pero todo el pueblo lo sepa, no deja de ser  muy sospechoso. El que hace 15 días el vigilante de un almacén que ya había sido víctima de una bomba hubiese pillado a los motorizados que reparten por debajo de las puertas las boletas de muerte y 24 horas después de haberle avisado a la Policía del episodio haya sido asesinado, haría sospechar a cualquier investigador serio. Pero el que ante la denuncia de La luciérnaga la respuesta de los altos mandos policiales haya sido mandarme a un sargento o confundirme con una bola de ping pong aseve-rándome que la responsabilidad pasa del Gaula de la Policía al del Ejército y no a la Sijin, me ha permitido aseverarle al presidente Uribe y no a los generales de la Nación cuál es la magnitud del azote que ha caído sobre mi pueblo. 

gardeazabal@ latinmail.com 

 

Charlemos

¿EL AGUA DE LOS CALEÑOS EN MANOS DE PARTICULARES?

 

Por Manuel Tiberio Bermúdez

 

El alcalde de Cali, habló del problema y casi ningún medio le dio la importancia que el tema merece.

Dijo el mandatario de los caleños que es consciente de que la ciudad de Cali debe resolver el problema de agua que hoy tiene, bien sea reubicando la bocatoma hacia Salvajina o ubicando nuevas fuentes de agua en la zona de ladera.  

Pero pocos oyeron el campanazo de alerta de sus palabras, que debieron de haber causado revuelo en todos los estamentos ciudadanos ya que fue claro al  afirmar que se pretende privatizar el agua y aunque no tenía las pruebas fehacientes del hecho señaló que “cuando el río suena, piedras lleva”. 

Dijo que estaba de acuerdo con las soluciones que requiere la ciudad y agregó: “con lo que no estamos de acuerdo y jamás compartiremos, es que esto se haga bajo la modalidad de concesión o bajo la modalidad de inversión del sector privado”. 

Y sucede, que aunque muchos lo duden y no le presten atención a este llamado que hace el Alcalde de Cali, la tendencia existente hoy en el mundo es que las grandes corporaciones pasen a controlar el agua en gran parte del planeta y los informes señalan que “en los próximos años unas pocas empresas privadas poseerán el control monopólico de casi el 75% de este recurso vital para la vida en el planeta”.  

 

Tan alarmante es la situación que La revista Fortune expresó: “El agua promete ser en el siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX, el bien precioso que determina la riqueza de las naciones. Sin embargo, 160 gobiernos reunidos en La Haya -Holanda- en el 2000 acordaron definir el agua como una necesidad humana y no como un derecho del hombre. No es pura semántica... Un derecho no se compra”. 

El alcalde de Cali ha dado la alerta y nadie se ha preocupado por ir más al fondo del asunto y cuando menos lo pensemos nuestra agua estará en manos de particulares y ahí sí, nos acabamos de joder, más de lo que ya estamos.

 

El dedo en la Yaga

Por David Humus

hatpourquoi@gmail.com

 

El editorial del último número de la revista Arcadia denuncia sin pelos en la lengua la conspiración urdida por El malpensante contra su proyecto de periodismo cultural crítico y antionanista. ¿Su pecado? Defender a lo largo de casi cincuenta números la idea de que el público tiene derecho a entrar en el sanctasanctórum intelectual que los malpensantes, sus adláteres y corifeos llevan cien ediciones esforzándose por convertir en coto privado.   

 

El arma elegida por los conjurados es la insidia. Para cuestionar que el objetivo de Arcadia sea elevar el nivel de la conversación pública, El malpensante se pregunta si esa meta se consigue revelando que a Pedro Alejo Gómez su padre le decía: «'Tú eres un imbécil, ala, introdúcele el meñique por el orificio a la dama, méteselo'». Mario Jursich, el más que probable autor del infame ataque, cree que la respuesta obvia a esa pregunta es no. Que alguien con la sofisticación literaria del señor Jursich pueda poner en duda el valor cultural y educativo de las citadas palabras justifica, sin duda, el malestar rayano en la indignación que exuda el editorial de Arcadia. Haciendo gala de la osadía intelectual que la caracteriza, su directora, Marianne Ponsford, replica con contundencia demostrando que la única respuesta elevada, legítima y moralmente aceptable a la pregunta formulada por los grumetes con ínfulas de marinos de la publicación rival es . Como subraya en su editorial, la información sobre los consejos que el señor Gómez recibió de su padre no sólo es importante sino que pretender silenciarla supone un desdén por el lector propio del Opus Dei y el más admirativo uribismo.

 

Y aunque eso no es poco, tampoco es todo.

 

En una lección magistral sobre cómo sostener debates de altura en lo público, Arcadia hace valer las virtudes probadas de su acerado y entrecomillado dardo frente a la estrategia cerril de sus detractores: mientras que en sus páginas el lector no desdeñado ha podido conocer que Piedad Bonnett es «una señora culifruncida» que escribe «unos poemitas güevones», y que Fernando Rendón es «un vividor que trae un montón de indígenas que él se fornica», El malpensante prefiere hacer alusiones veladas, arteras y banales a lo que un fallecido señor Posada opinaba sobre la vida privada de una vivísima señora Ponsford. La diferencia entre los proyectos de ambas publicaciones difícilmente podría ser más cristalina: el sano ejercicio del deber de informar sobre los asuntos que atañen a la cultura sin tomar partido por nadie (Arcadia) contra el periodismo como

 

manto para cubrir aquello que no gusta, resulta desagradable o cuestiona la realidad (El malpensante). 

Una sola cosa echa en falta el lector en la respuesta por lo demás intachable con que la directora de Arcadia ha denunciado la conspiración contra su sibilina visión de un periodismo cultural suprapartidista y democrático, a saber, una respuesta no desdeñosa a las inquietudes que su perfil sobre Harold Alvarado Tenorio sin duda despertó en sus atentos lectores. Primero: ¿quién era la vieja a la que Pedro Alejo Gómez debía meterle el dedo? Segundo: ¿se lo metió?

 

Estos interrogantes lanzados a la deriva en las páginas de Arcadia constituyen hoy la frontera infranqueable de ese territorio sacrosanto del que la revista había prometido abrirnos las puertas. Ojalá Marianne Ponsford sepa ilustrar a sus lectores al respecto y acalle para siempre la sospecha infundada de que la única revista que realmente intenta elevar algo en esta discusión es Soho.

 

Como se sabe, el veneciano Ludovico llama a Yago «Perro de Esparta, más cruel que la angustia, el hambre o la mar», en el escalofriante desenredo de Otelo. La angustia, el hambre o el mar no son humanos y no conocen, por tanto, la piedad, pero tampoco la verdadera crueldad en la que Yago es maestro. Alimentado de la envidia y la venganza, este alférez que aspira a teniente, pospuesto en el cargo al joven Casio, y vulnerado por las sospechas de que su mujer le haya sido infiel con su general Otelo y quizá con el mismo Casio, extiende su letal influencia como un veneno corruptor. Como Lady Whitman, Yago es un ser vulgar y grosero, hábil en insinuar imágenes obscenas, que goza de una privilegiada capacidad de manipular a los demás, apoyándose en las debilidades y hasta en las virtudes ajenas.

 

La imagen del intelectual

Por Lucas Ospina

luospina@uniandes.edu.co

 

“El Verbo Encarnado, nunca ha reído. A los ojos de Aquel que todo lo sabe y todo lo puede, lo cómico no existe. Y, sin embargo, el Verbo encarnado ha conocido la cólera, ha conocido incluso el llanto”

—Baudelaire

 

Algo se ha discutido sobre las polémicas literarias despertadas por el obrar crítico de Harold Alvarado Tenorio, por ejemplo, en la radio hubo una larga discusión moderada por Alberto Casas Santamaría, Julito y Félix, los tres chiflados de la emisora La W. 

El diálogo comenzó con Marianne Ponsford, directora de Arcadia, luego fue interpelada por Mario Jursich, director de El Malpensante, que libreto en mano, recitó partes de su texto “De las proporciones”, publicado a tres páginas en su revista como respuesta (de pronto desproporcionada) a un texto sobre Alvarado impreso a doble página en Arcadia. Cuando la discusión tomó otros rumbos, Jursich improvisó, trastabilló un poco, hizo el intento de no salirse del libreto y repitió argumentos irrefutables en términos éticos pero, ante la sátira, poco convincentes; porque en las andanadas de Alvarado Tenorio queda expuesta una comedia humana que se nutre de la imagen del intelectual y su relación, a veces patética, con el poder; en sus libelos Alvarado no hace crítica literaria convencional, lo suyo es crítica cínica (si se quiere), caricatura (si es preciso), algo que naturalmente es despreciado por cualquiera que tenga ínfulas de institucionalidad,

 

cuide su “imagen corporativa” y, sobre todo, no sepa reír. Tal vez por eso, cuando Julito le pasó el micrófono a Piedad Bonnet, las réplicas de la literata fueron un eco opaco de lo dicho por Jursich, un sonsonete gremial que incluso amenazó con demandas por calumnia, un quejido lacónico que la risa de la sátira opacó. "Hacer objeciones a la sátira es lo mismo que enfrentar los valores de la leña a la infalibilidad del fuego", dice Karl Kraus.

Pero en esta discusión verbal hay un aspecto que no se ha tenido en cuenta: la imagen. Harold Alvarado Tenorio acompaña sus diatribas con imágenes de los intelectuales que cuestiona, a veces les suma uno que otro texto, pero rara vez interviene la pose o la situación en “Photoshop”. ¿Y de dónde salen estas fotos? Son imágenes que los mismos parodiados han entregado a los medios, lo han hecho en actos públicos, premiaciones y cócteles o incluso abriendo las puertas de su propia intimidad. Y ahora, como narcisos paranoicos se escandalizan ante su propio reflejo, intentan negar la sátira y lanzan la discusión al terreno ético, a las  motivaciones malsanas y delirios confabulatorios de un supuesto fracasado y perdedor, a sus defectos de redacción y un soso etcétera… Pero las imágenes siguen ahí, son una “auto sátira” involuntaria donde el verbo poco tiene que hacer; el caricaturizado que pretende negarle al caricaturista el derecho que le asiste de usar caras, gestos y anécdotas se convierte inevitablemente en una caricatura más.

 

“A menudo uno se ríe leyendo estos improperios porque la maledicencia, cuando cae en la cabeza de otro, da siempre risa; es cuando cae en la de uno que duele”, dice Jursich en “De las proporciones”, y es evidente que le duela: Alvarado Tenorio distribuyó un correo con un poema de Jursich, le editó la primera línea y cambió la puntuación; no varió mucho lo que decía pero los puntillosos retoques del satirista hicieron pasar al editor de cazador a cazado. Pero el correo no llegaba solo, se abría con una imagen: “Retrato de una pareja de editores”, una pose hogareña que acompañaba un texto de Héctor Abad, publicado en El Espectador, donde “Mario” y “Pilar” cuentan cómo se conocieron y despachan frases bienpensantes sobre el arte de editar.

“La vida, la mísera vida, verosímil y sin interés, reproduce las maravillas del arte” dice Oscar Wilde en “La decadencia de la mentira”, Alvarado Tenorio con sus narraciones ilustradas le da un aire de arte a los penosos malabares de la vida social de los intelectuales y su sátira quizá no la motive el odio, al contrario, podría ser más un acto de amor sin compasión hacia sus personajes. 

Lo que sigue es un conjunto de las imágenes satíricas con sus leyendas, el resto es literatura… perdón, el resto es imagen, pura imagen, pantalla y más pantalla…

 

EL SOFISMA DE GAVIRIA

 

decidir si es o no el caso de recuperar su salud”; ¿Si? ¡Cómo no!, con ese cuentico llevamos 15 años en el cada vez más grande infierno de la droga y todos sus tenebrosos tentáculos y las organizaciones narcoterroristas felices, pues la clientela aumenta y el país se derrumba; un caldo de cultivo perfecto para la combinación de todas las formas de lucha, propias de las FARC y otras organizaciones al margen de la Ley. Ahora se entiende cierto paso impúdico de la Honorable Corte Constitucional al Polo que sabemos, cuya “diplomacia paralela” se solaza con las medidas dictatoriales de loquitos como Chávez y quisieran verlas implantadas en el territorio patrio. Por eso estamos como estamos, pero ya es hora de despertar. Un feliz día y mucha prosperidad.

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